Se reconoce de lejos su famosa etiqueta cuyo diseño rebuscado reinterpreta el estilo Belle Epoque : destapar semejante botella hace latir más fuerte el corazón.
De magnífico color sangre de pichón con ribete algo atejado, límpido y translúcido, este monstruo sagrado de La Rioja tiene modales de gran señor y nos ofrece un bouquet exquisito compuesto por fragancias exuberantes siempre en armonía : por orden de aparición, cerezas deshidratadas, rosas ajadas, cuero de lujo, madera de cedro, posos de café espresso, jugo de asado. En boca, el vino responde al perfil esperado : es un galán de desbordante juventud pero encorsetado por sus principios anticuados. Una estupenda acidez constituye su sistema nervioso y taninos acariciantes pero firmes su espina dorsal. En él, todo es ímpetu amordazado, sutileza singular, delicadeza aristocrática y suprema distinción : notas agridulces de zarzas boysen, un abanico de especias orientales, recuerdos de trompetas de la muerte, de té negro y un toque de ralladura de naranja, en breve, un conjunto de sabores matizados donde todo está en perfecto equilibrio, sin exceso de potencia pero de persistencia excepcional.
Es un Castillo Ygay con todas las de la ley, nacido bajo los mejores auspicios - " Españoles, Franco ha muerto. " - y llegado a la edad madura. ¿ Hasta dónde llegará burlándose del tiempo y haciéndole una guiñada a la vida ?
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.