Tan sólo 17.000 botellas se elaboraron de este vino.
Precioso color rubí de capa media con ribete ligeramente anaranjado, impropio de un vino con casi 60 años. Limpio y brillante.
En nariz es una fragancia embaucadora, todo en el cautiva e impresiona, en una sucesión de capas de diferentes matices, desde las notas a carne y caza, pasando por las especiadas (nuez moscada, canela, clavo) y luego a matices de caja de puros y tabaco, cacao y finos tostados de la madera… Complejo, elegantísimo, cautivador.
En boca muestra una acidez impresionante, es muy fino pero sabroso y esférico, envuelve las papilas con su sedosidad, y vuelven la caza y las especias, y aparecen toques de setas y otra vez el cacao perfumado en fina vainilla. Y parece que nunca termina, porque deja una estela de sabor a su paso de una calidad y finura prodigiosas y que parece inagotable.
Está perfecto ahora, ¿hasta cuando? Quién sabe…
Todas estas notas de cata palidecen ante la realidad de este vino, que nada más ser servido, provocó un silencio inmediato entre los presentes, que nos enfrascamos en tratar de asimilar todo lo que el vino iba expresando, oliendo, aireando en copa, volviendo a oler, paladeando… reflexión y reverencia a un vinazo, hasta que alguien rompió el hechizo sentenciando “Es el mejor vino que he probado en mi vida”. Asentimos…
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