Bueno, era un clásico que no había probado y por hacer país... Allá vamos. Se viste con un color amarillo pálido, poca lágrima (en linea con los 11.5º que marca la botella). En nariz se destacan las habituales notas de los cavas. Algunos leves toques de confitería, quizá algo de manzana verde. En boca tiene paso muy ligero, pocos matices, poco recuerdo y postgusto, carente de retronasal y complejidad. Vino ligero sin pretensiones a un precio razonable de 4 EUR. Lo mejor de la cata, la música de Lohengrin de fondo en versión de Rudolf Kempe y la Wiener Philarmoniker, tenía que haber puesto un Mosel QmP.
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