Hotel repartido en dos edificios separados por un callejón con un arco en la entrada. Todo muy en el centro de la ciudad y esa es su principal virtud.
Pequeña recepción. Habitaciones de muy pequeño tamaño con decoración casi monacal. Televisión aún antigua. Pocos complementos de baño. Mesa de trabajo poco cómoda.
Desayuno muy justo, no mucha variedad de productos ni tampoco destacable calidad de los mismos. Café del propio bar, bastante bien. Aceite Manzumo cumplidor.
Tiene un restaurante propio: Los Churrascos con buen menú diario a 13€.
Desde luego no merece su cuarta estrella. Con tres ya estaría más que bien.
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