Para después de la mascletá

Tras el consabido ritual de Valencia en fallas: mascletá a las dos y a comer. Este local por su proximidad hace que sea perfecto para ello; también para cualquier día de estar en el centro de la ciudad. Lleno a tope. Mesas cercanas que casi te apenas de los problemas del vecino (baja puntos en el entorno). Estilo moderno y agradable. Cuberteria y copas correctas. Servicio de vino descorche y poco más aunque entrábamos todos a comer a la misma hora y el agobio era importante. Carta de vinos corta, pero actual y con precios aceptables.
Dos comensales y optamos por el menú (hay varias opciones) de 17 € p.p., del que solo voy a destacar los canelones cuya pasta estaba poco cocida (más que al dente) y poco sabrosa; el resto muy bien, especialmente los postres.
Entrantes cortesia de la casa y sin cobrarlos como en Portugal. Pan muy bueno. Clara de limón para esperar con refuerzo de Ocho verduras de temporada en tempura (11.50 €) extraordinarias. Para beber un Casta Diva Seco Cosecha Dorada muy bueno que hubo que aumentar de frio (13.50 €). Sin cafés ni extras.

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