Un gran vino blanco

Quince hectáreas plantadas de Chardonnay por la familia Torres en 1979 -fecha en que adquieren el terreno-, constituyen, a los pies del Castillo del mismo nombre, el Pago de Milmanda. Se trata sin duda de uno de los mejores vinos blancos de la Península Ibérica, y perfectamente comparable a grandes vinos blancos borgoñones y californianos.

Como Vino de Pago que es, la añada determina la excelencia y, en años menos benévolos Milmanda desciende al común de los mortales, exhibiendo su linaje decadente con buenas maneras y buena materia prima, pero sin el brillo y esplendor de los grandes vinos en las buenas añadas. Ahora bien, cuando el clima se alía con la Tierra y el Hombre, nos ofrece una densidad y una concentración notables, un color amarillo limón intenso, brillante, con reflejos dorados y mayestática caída en copa.

La paleta aromática nos ofrece piña, coco, vainilla, finas maderas, especias sutiles -¿canela?- fruta blanca, almendras y tostados. Hay que esperar que gane un poco de temperatura para que pueda expresarse plenamente. La boca es carnosa, grasa, intensa...hay buena fruta madura, acidez equilibrada. Gran recorrido y largo recuerdo... Muy rico.

Un gran Chardonnay (para mí el mejor de España junto a Chivite), muy al estilo de los blancos de Borgoña, con presencia de madera de forma equilibrada y dotándolo de complejidad y con una extraordinaria capacidad de envejecimiento cuando el año lo permite.

Lo peor, el precio...entre 30 y 40 euros en tienda.

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