Comer en un patio andaluz del siglo XVIII

Situado en una casa señorial del siglo XVIII, cuenta con salones interiores para el invierno y de un impresionante patio ajardinado con mucho gusto. Se desdobla con dos ambientes, el principal, para comer a la carta y otro algo más reducido con mesas para las tapas, muy elaboradas, por cierto.

Mientras echamos una ojeada a la carta, disfrutamos de una cervecita fresquita, (día caluroso), servida por cierto en vasos ancho tipo copazo de ron, (aquí todo es a lo grande. Para los entrantes nos decantamos por una mousse de pastel de cabracho, buena textura y unos crujientes de queso y puerro deliciosos, nada más, puesto que los platos principales suelen ser bastante abundantes. Para los platos principales, elegimos bife de chorizo argentino con patatas panadera y plancha de verduritas, que pedí al punto y viene un poquitín de más, hojaldre de salmón, muy correcto, secreto ibérico con reducción de pedro jimenez, en la linea. Nos decidimos por acompañar esto con Condado de Haza 2005, y es que Alejandro Fernandez nunca defrauda. La carta de vinos no es muy extensa pero sí que tiene alguna cosilla interesante.

Para los postres, un tiramisú con coquille de helado de chocolate, de los mejores que recuerde haber probado, helado de turrón al pedro jimenez, mousse de yogur y algo más y sorbete de frambuesa al vodka. Bastante bueno. Creo que en las siete u ocho visitas realizadas en el ultimo año (tanto zona carta como zona tapas) no recuerdo haber probado nada aquí que no estuviera especialmente bueno, (podríamos olvidar el atún confitado)

Punto negativo, el servicio en sala; si la tónica general suele ser que van excesivamente rápido, sobre todo cuando vamos a la zona tapas, esta vez nos tocó esperar bastante entre cada uno de los servicios. Aunque la buena comida te haga olvidarlo un poco.

El entorno del patio en que está ubicado así como la impresionante casa de techos altísimos invitan a venir una y otra vez, por no hablar del buen hacer de la cocina. Siempre me voy con la duda de si lo prefiero de noche o con esa luminosidad gaditana del medio día, pero siempre deseando volver.

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