Respecto a la decoración decir que aunque no es de mi gusto tampoco la colocaría al nivel de bar de pueblo donde se sirven menus, no lo veo justo. Las mesas están vestidas, no hay humos, muy limpio... lo que no me termina de gustar es que algunas mesas están algo juntas. Copas schott, se cambian cubiertos entre entrantes y principales, servicio profesional, cocina parcialmente a la vista pero sin ningún problema de humos.
Carta de vinos algo corta y de precios, como se ha dicho, con altibajos pero en general bien. Se nos comentó que la cambian en breve. En los entrantes viñas del vero gewurztraminer (16) y rayuelo (16) en los principales. El encargado del local conocía bien los vinos el servicio estuvo por encima de la media (descorche y prueba).
Respecto a la comida (todos los platos se comparten, incluido el poste): correcto el foie, floja la ensalada (sin duda falta bacalao), las tortitas sin duda no son las de balbino..., los champiñones me gustaron por el rebozado. El bacalo buenisimo en su punto, solomillo de cerco tierno de verdad pero sin más historia, cordero también muy bueno, sabroso. Lo mejor el bacalao. Postre sin pena ni gloria (el helado estaba bueno). El hecho de compartirlo todo a veces se hace algo pesado. Cantidades correctas para mi (para el resto abundante, eramos 3 veremeros...)
Invitación de la casa de una copa de px y digestivo (licor de hierbas).
Una caña, menú (24 euros donde entró café y el pan), los vinos, por 37 euros pax.
No enamora pero no defrauda, lo veo honesto y sin duda volveré.
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