Para hacer una inmersión acelerada en la Borgoña y sus vinos

Restaurante bastante céntrico con un gran parking gratuito cercano, lo que facilita el acceso. Es un local centrado en el vino, así sólo hay una pared "despejada" con diferentes cuadros y todo el resto del espacio es una barra, atiborrada de botellas, un gran botellero con las botellas incluyendo su precio y cajas de vino por doquier. Hay como 5 o 6 mesas pqueñas y una gran mesa corrida en el centro del local donde la gente disfurta de la comida y del vino codo con codo. Como bien dice Dani en un contexto así la comida pasa a un segundo plano, aunque elaboran una cocina de raíces borgoñonas, de mercado y a buen precio que acompaña a la perfección al vino de la tierra. Lolo, su alma mater, habla español, eso y su conocimiento del vino local hace que este establecimiento sea parada obligatoria para los españoles amantes del vino que se dejan caer por la Borgoña. Buenas copas. Muy buena carta de vinos y a precios comedidos. Ambiente algo bullicioso. Imprescindible reservar. Hay que tener en cuenta que cayeron 3 botellas bastante caras, sin vinos el precio es más que comedido.

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