Hacía más de 10 años que no íbamos. Fuimos un lunes por la noche. Lo recordaba más atestado. No había mucha gente y nos colocaron en una mesa bastante amplia. Ambiente bastante ruidoso. Servicio disperso. Buen menaje. Carta a base de platos tradicionales. Amplia carta de vinos. Buenas copas. Servicio consistente en apertura, prueba y primer llenado.
Cena ligera para dos. Empezamos mal: no hay gildas. Pedimos:
- Terrina de pintada escabechada y foie caramelizado - Para compartir. Algo insulsa y el foie se veía, pero costaba saborearlo.
- Canelones de rabo de vaca - Buenos.
- Jabalí estofado a la bourguignon - Tierno, aunque falto de sabor. El puré, prescindible.
De postre:
- Arroz con leche - A mi esposa le gustó.
- Tarta fea - Caramelo a cascoporro. Se te enganchaba a los dientes. No me pareció una tarta y no me gustó.
Para beber una botella de agua y una botella de Jesús Madrazo Selección 2019 servida a buena temperatura.
Fue la comida que menos disfruté en nuestra última visita a Santander.
Estuve hace menos de 15 dias y siempre se disfruta. Andrés me sacó un chasselas de Damien Bastian Blanc des Alpes, un De Moor Chablis Mont de Milieu 17 y un Macvin de Domaine de Saint Pierre. Para comer, rabas, bocartes y salmonete. Cojonudo todo :-D
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.