Cocina siria-libanesa

Una más de esas cocinas del mundo que se ubican en el barrio de Ruzafa y que dispone de otros dos locales, uno en el vecino Poble Nou (su primero en estas tierras) y otro en Valencia en el barrio del Carmen que lleva el hijo mayor, Samir después de su fracaso en tierras italianas. Este local, como casi todos de la zona de Ruzafa, es tipo tubo estrecho y pequeño con la barra y la cocina a la derecha de la entrada y las pocas mesas alineadas a la izquierda; unas sufridas dos mesas en la estrecha acera son casi testimoniales para fumadores empedernidos porque ahí es casi como sentarse en la calle.

Mobiliario básico, copas peor y vajilla mejor. Servicio exclusivo familiar guiado por Adel, para dos veremeros exploradores sin ninguna otra compañía. Adel ya tenía experiencia en restauración desde que huyeron de su Siria natal a Venezuela con un local en Isla Margarita, pero la crisis del país hizo que tuviera que salir de nuevo recalando en Torrevieja pero llevando siempre en la maleta la receta de su bisabuela para hacer el mejor falafel del mundo. Viene la pandemia y momentos de crisis son momentos de oportunidades y la necesidad del "delivery" los lanza al mercado abriendo las dos localizaciones en la ciudad con su correspondiente obrador donde Gladys, su mujer, sigue haciendo las preparaciones.

No hay carta de bebidas y solo opciones de cerveza y agua son las previsiones; preguntando por algún vino nos ofrecen una única opción, una monastrell murciana: Conde Montornés tinto, que aceptamos aún sabiendo que sobraría. La botella estaba en la nevera más que fría y aún así nos traen cubo de hielo; descorche y servicio de la primera copa, a pesar de no tener nada que hacer en todo el tiempo.

La carta de comidas son una relación de diferentes preparaciones con ingredientes variados por lo que elegimos el menú familiar sencillo en el que llevan varias de ellas, aunque parece previsto para tres pero nos dicen que es correcto. Añadimos las empanadillas como entrante y así quedó:

. safaih de zahatar: empanada árabe horneada con harina de trigo y yogurt con especias y con hierbas árabes presentada a modo de mini pizza más que empanadilla. Totalmente prescindible.

. fataier dos quesos: con base similar aunque algo más esponjosa la empanada y rellena de queso feta y queso gouda. Se salva justito.

. plato familiar sencillo: formado por 4 pinchos, 3 kibbe, 6 falafel, 6 yabrak, tabbule y 3 cremas: servido en realidad en dos platos grandes a modo de bandejas redondas repartiendo los integrantes. Bien en general destacando los falafel (croquetas de garbanzos con especias); los yabrak (hojas de parra rellenas de carne y arroz); las brochetas de pollo bien especiadas; las cremas: hommus (a base de garbanzos cocidos crema de ajonjoli y aceite de oliva) babaganoush (con berenjenas ahumadas a la parrilla en vez de garbanzos) y la mejor, muhammara (de pimientos rojos nueces y especias con aceite de oliva) que se acompañaron de pan de pita troceado. Habían dos productos, a modo de longanizas (supongo que de cordero), que gustaron pero no identificamos en la carta.

Grave desengaño con los postres de dulces árabes, un motivo fundamental para la visita, pero nos anuncian que se acabaron ayer. En los hornos también se acaba el pan y hay nuevo pan al día siguiente si se abre el local.