Progresando

Se había quedado ya muy pequeño el local para la creciente demanda de clientes y desde diciembre ha ampliado en la planta baja contigua que llegar hasta la esquina y algo del lateral.

Mantiene el antiguo y enrevesado local pero esta zona nueva es muy luminosa bien decorada con una amplia barra central de servicio con mesas y sillas algo pequeñas pero alejadas de esas mesas de la industria cervecera; consecuentemente las mesas de terraza se han multiplicado con lo que en total consigue dar servicio a muchos, muchos más clientes: en esta zona nueva no hay cocina (viene todo del primitivo local). También ha aumentado la parte de personal exterior y espero que de cocina porque, aunque hoy no estaba lleno del todo, había una buena entrada. Ha ganado en cantidad y en calidad.

La carta de almuerzos no ha cambiado y nos permite al grupo de compañeros del colegio disfrutar de un nuevo encuentro; esta vez somos seis y, tras leernos el código QR, pedimos:

. la pérgola: lomo queso champiñones y mayonesa con salsa Mery y patatas fritas. Un homenaje a un local valenciano de almuerzos de hace muchos lustros que sigue en activo. Muy bien.

. calamares a la romana con alioli: sustituyendo la mayonesa de la salsa, a petición personal. Referido como el clásico esperado y bien recordado. Más que bien.

. almussafes: sobrasada cebolla caramelizada y queso fundente. Referido como muy bueno.

. rabo de toro x 2: estrella de la casa con guiso de rabo de toro bien desmigado, patatas fritas y un par de yemas de huevo que se quedan como ojitos mirándote y diciendo "¡Cómeme!". Extraordinario.

. tradicional + longanizas: tortilla de patata melosa con huevos de granja y patata agria de Pontevedra y cebollas de la huerta valenciana más un par de longanizas. La verdad es que lo probé y estaba la tortilla, de buen grosor,  perfecta.

Para beber coincidimos todos en cervezas de presión 1906, cañas bien tiradas que añadimos un extra de dos cañas más y un agua pequeña. No faltaron un par de raciones de los esperados cacahuetes del collaret y aceitunas que se hicieron cortos para tanto comensal hambriento que quiere saltarse el régimen.

Por supuesto que rematamos con los cremaets que resultaron buenos aunque no repetimos porque hablando hablando se nos acabó haciendo tarde. Recarga de endorfinas (entre otras cosas). Ya hay fecha para otra quedada. ¡Bien!.