Dentro de la actual tendencia de crear, potenciar o incluso desarrollar el concepto de restaurante de hotel y alejarlo de esa impresión de que su única finalidad es que el cliente disponga de un espacio donde llenar su estomago, el hotel Urban renueva su apuesta - ya iniciada hace algún tiempo con Europa Decó y el chef Joaquin Felipe al frente de sus fogones -, ofreciendo un lugar de alto nivel Cebo.
Y para ello, sitúa al frente de sus cocinas al alcalaino Aurelio Morales, cocinero que ya mereció el reconocimiento por parte de la critica especializada en su restaurante Almadraba, y con paso posterior por lugares como Bulli, Tickets, Abac, Miramar - donde fue mano derecha de Paco Perez-, Ramses Suria y que ahora se hace cargo de esta fuerte apuesta del Urban.
La apuesta se centra en tres áreas: de una parte las instalaciones, muy cambiadas respecto a la anterior propuesta; mesas, iluminación, separación entre ellas, todo alrededor de una idea que denota elegancia y muy buen gusto, y que admite una capacidad de tan solo 25 comensales; de otra parte, la sala, a cargo de Paco Paton, que ha creado un servicio de sala de alta escuela, donde predomina la atencion al cliente y las buenas maneras; y por último, la cocina, dejándola en manos de un excelente cocinero.
El resultado de esos tres apartados, es sencillamente espectacular. Hacia mucho tiempo que no encontraba, globalmente entendido, una propuesta mas completa y satisfactoria.
En el aspecto liquido, una oferta variada y con unos precios muy contenidos. Se resume en una doble oferta, puedes optar por maridaje, de vino o de champagne (20 ó 40€, respectivamente) o puedes optar por elegir una referencia de las que figuran en su carta, esta ultima fue nuestra elección, y dentro de las propuestas nos decantamos por un Calvente Guindalera. Un blanco seco de uva 100 % Moscatel de Alejandría procedente de viñedos viejos situados en el paraje de la Guindalera (Granada), referencia ya conocida y que nos satisface.
En el aspecto solido, dispone de una pequeña carta, pero su fuerte es el menú de degustación que cotiza a 80€, menú cambiante de 18 platos, que permite apreciar en plenitud la cocina de Aurelio.
Dicho menú de degustación, el día de nuestra visita estaba compuesto por:
- Snacks. Pequeños bocados a modo de introducción, que puedes tomar o en un pequeño espacio situado a la entrada o directamente en la mesa. Aun siendo pequeñas composiciones, ya dejan a las claras, la calidad de producto y la excelente técnica que domina esta cocina.
- Calçot. Buñuelos rellenos de calçot casi líquidos, emulsión hecha con la parte verde de los calçot y rematado con un toque de romescu.
- Empanadilla de bacalao rellena de tomate, pimiento y cebolla.
- Quisquilla. Cabeza para chupar y rechupar, tataki con su cuerpo, gel con sus huevas y aire de limon asado.
- Croqueta liquida de callos, tosta fina de garbanzos, emulsión de garbanzos.
- Chipiron. Patas fritas a la andaluza, cuerpo al vapor, jugo de calamar al wok, toques alioli y alga codium.
- Guisantes lagrima y pilpil ibérico.
- Erizo, trompetas de los muertos, yema de huevo, judías de mar.
- Boquerón. Boquerón marinado, caldo garum, esferificacion de aceituna de Camporeal, helado de boquerón, espina frita.
- Gamba roja de Palamos, emulsión de fricando y chips de alcachofa.
- Arroz con niscalos, angula de monte y picada de monte.
- Suquet. Guiso marinado de atún.
- Jarrete de ternera, salsa de tuétano y berenjena a la llama.
- Queso cremoso de payes envuelto en piel de leche, con lamina de trufa.
- La Boqueria. Selección de frutas tropicales con su detox en recuerdo del célebre mercado barcelonés.
- Mousse de licor ratafia.
- Versiones de la almendra garrapiñada, la costrada y la rosquilla de Alcala, en recuerdo de la tierra natal del chef.
Cafés con hielo, junto con un moscatel alicantino de Enrique Mendoza, acompaña una muy agradable charla con el chef, el cual -cosa poco vista en los tiempos actuales-, sale a la sala y comparte intercambio de opiniones con todas y cada una de las mesas.
No es cuestion de explayarte en la descripción exhaustiva de cada plato, teniendo en cuenta el carácter cambiante del menú, es mejor, acudir, disfrutar y después sacar conclusiones propias. Las mías son muy positivas.
Lo importante es resaltar la calidad del producto utilizado, la tremenda técnica que maneja el chef o la armonía y el buen gusto en la confección del menú. El resultado es una visita repetible y muy recomendable.