Con simpatía

En el mismo local que antiguamente estuvo El Purgatori, uno de los restaurantes de referencia en Olot y por el que han pasado otros restauradores sin pena ni gloria, o mejor dicho con más pena que gloria,
una joven pareja él en la cocina y ella en sala gestionan actualmente este restaurante, te atiende con simpatía y es de esas personas en las que depositas toda la confianza para que te aconseje.
Era un domingo al mediodía y reservamos telefónicamente la última mesa disponible, local agradable aunque ruidoso, mesas vestidas con camino de mesa, la cristalería podría mejorar.
Como decía en líneas anteriores dejamos que nos aconsejara y siguiendo sus indicaciones pedimos como entrantes cuatro tapas para cuatro: alcachofas a la brasa, calamares a la andaluza, almejas marinera y pimientos del piquillo rellenos de brandada de bacalao, todas ellas excelentes, seguimos con un chuletón de vaca vieja madurado durante no recuerdo cuantos días me dijo y que era para compartir entre tres y una dorada a la espalda. El chuletón tenía el precio por kilo que no recuerdo ni conservo la nota, carne de muy buena calidad y con el punto de cocción solicitado acompañado de un riquísimas patatas fritas caseras (ya cuesta encontrarlas).
Los postres dos brownies, un coulant de chocolate y un helado de vainilla.
Dos muy buenas cañas de cerveza artesana de barril, una botella de medio litro de agua y dos botellas de Les Crestes de la D.O.Q. Priorat.
Cuatro cafés solos y un orujo invitación de la casa.
En resumen buena comida a buen precio, la sala atendida solo por dos personas lo que hace que el servicio se dilate cuando el restaurante está con la máxima ocupación, posiblemente en la cocina también van justos de personal, pero obviamente con precios ajustados no da para dispendios de personal. Carta de vinos más que correcta y con precios contenidos.