Primera visita a este local, que ya tenía ganas.
Sábado, y el bar lleno, con algunas personas esperando para sentarse.
A medio camino entre restaurante y bar, el salón es de ambiente moderno, correcto, y cuenta con unos grandes ventanales que resultan muy agradables. En la pared está colgado el cartel de precios del antiguo Aperitivo Bar. No pega mucho con el resto de la decoración, pero le da un toque al sitio.
Nos ofrecen la carta, ya que nunca hemos estado. Vemos que hay mucha plancha y, viendo lo que sirven en las mesas aledañas, presumimos que la materia prima es de primera. Y no nos equivocamos.
Pedimos gambas al ajillo (de tamaño generoso y en su punto; muy ricas), chipirón a la plancha (ídem), unos montaditos (correctos) y un plato de carrillada, que fue lo que menos nos gustó.
Pensábamos que la carrillada vendría estofada (con su salsa de vino, que es como suele servirse), pero apareció hecha a la plancha, sin más guarnición que un chorrito de aceite por encima. No es que estuviera mal, pero esperábamos más, sobre todo teniendo en cuenta que esta carne es barata, la ración es escasa y el plato cuesta 10 euros.
De postre tomamos un brownie y una crème brûlée (espectacular).
No bebimos vino, pero vi que lo sirven por copas a precios razonables.
Un detalle que me gusta en los bares: no sirven pan si no lo pides.
Resumiendo: magnífica materia prima y buena elaboración, la plancha no es fácil.
El punto débil que veo en Aperitivo Bar es que la carta es un pelín corta. Y como sé que leen los comentarios, les recomendaría (ya que de plancha va la cosa) que trabajaran el solomillo y/o el entrecotte. Y que lo acompañaran con unos ajitos y unas patatas, por ejemplo. No hay nada más triste que una carne huérfana de guarnición.
El trato es cercano y profesional, perfecto.
Volveremos.