Nueva cata mensual con el grupo y nueva visita a Alabaster, un restaurante que se ha ganado ser un fijo en nuestras reuniones más de una vez al año y donde cada vez que acudimos salimos enormemente satisfechos. En esta ocasión no estuvimos en un reservado, pero sí que nos habilitaron una cómoda mesa en el segundo comedor donde estuvimos amplios y muy a gusto, la sala es sin duda uno de los fuertes de esta casa, comodidad, buena acústica, siempre se está muy bien. Como la cata era a ciegas y de blancos del mundo, nos permitieron diseñarnos un menú a medida para la ocasión con los siguientes platos:
Brandada y pieles de bacalao: rico aperitivo que consiste en unas pieles de bacalao fritas para “dipear” con una brandada que se presenta en forma de flan. Oigan, muy ricas.
Empanada casera recién horneada: la ascendencia coruñesa de esta casa se percibe con esta empanada de Galo Celta, masa y relleno de altura. Fantástica.
Ensaladilla con ventresca de bonito y aceite chile morita: una ensaladilla de aspecto peculiar con los ingredientes formando pisos pero realmente buena, con ese toque picante del chile.
Carpaccio de gamba roja, mahonesa de raíz de capuchina: producto de primer nivel y mezcla de sabores y texturas, en un plato frío formidable.
Huevo con carabinero asado y patata panadera: el plato más sencillo y el mejor de todos, con sus elementos formando una perfecta armonía. ¡Qué bueno!
Caballa escabechada con verduras y brotes de la Finca los Cuervos: un delicioso lomo de caballa finamente escabechado con verduras frescas y tiernas. Gran pescado y mejor preparación.
Arroz con bogavante frito en harina de maíz: fondo de caldo formidable y un bogavante excepcional con el justo punto de fritura, aunque el arroz estaba un poco pasado. Una pena porque hubiera sido un plato de 10, único fallo.
Milhojas rellenos de merengue de fresas y fruta de la pasión: delicadísimo como siempre el hojaldre y deliciosamente acompañado formando un postre fantástico.
Texturas de chocolate: como había otro vino dulce y se habían ido ya los cocineros le comentamos a Fran si podíamos tomar otro postre y nos preparó personalmente uno de texturas de chocolate. Una delicia y un detallazo de jefe de sala “top”.
Como siempre se come muy bien en esta casa, excelente producto y preparaciones sencillas y sabrosas, con ese punto de cocina atlántica que es el santo y seña de la casa. Acompañamos cada plato con su correspondiente vino, de aportación propia y a ciegas y con la temática de “blancos del mundo”.
Pitijopos 2014 Vol. 1 “Trebujena”: colección de mostos de varios terruños del marco elaborados por Ramiro Ibáñez, este de Trebujena muy fresco y meramente atlántico. [8,6/10]
Remelluri Blanco 2003: un blanco riojano distinto mezcla de bastantes variedades, incluso alguna típica del Ródano norte, algo cálido pero bien estructurado. [8,3/10]
Kloster Eberbach Hochheimer Domdechaney Spätlese 1990: enorme riesling del Rheingau en plena forma, complejo, largo, equilibrado, ya casi seco. Sublime. [9,6/10]
Domaine Ponsot Morey-St-Denis Monts Luisants 1er Cru “vieilles vignes” 1991: una rareza al ser un premier cru blanco en Morey plantado con aligoté en su mayoría. Lástima un ligero TCA que lo fastidió. [s.c.]
Marqués de Murrieta Blanco Reserva 1937: los Murrieta blancos son joyas mundiales y este con casi 80 años brilló de forma especial, limpieza, acidez, fuerza y frescura. Grandioso. [9,6/10]
Pera Manca Branco 2001: un gran clásico en el Alentejo, vino potente y algo cálido, con una cierta carga de madera, necesita mucho más tiempo. Seguro que mejorará. [8/10]
Olivier Leflaive Bienvenues-Bâtard-Montrachet GC 1992: no podía faltar un Grand Cru de Borgoña a la cita y este respondió con la clase esperada, en plena madurez. [9,4/10]
Domaine Renou Bonnezeaux “Les Melleresses” 2001: delicioso dulce de chenin del Loira botritizada, muy buen balance entre acidez y dulzor, en plena forma. [9,2/10]
Peller Estates Vidal Icewine 2001: un complejo y algo barroco icewine canadiense para terminar, más maduro que el vino anterior aunque con más materia. Para recrearse. [9,3/10]
Servicio del vino y mesas ejemplar, sin fallos, capitaneado de forma excelsa por Oscar y Fran, dos de los mejores jefes de sala de Madrid y dos pedazo de profesionales de la hostelería que tienen como objetivo el máximo bienestar del cliente, algo que consiguen sobradamente siempre que vamos. Sin duda uno de los puntos fuertes del este local. El precio final del menú con cafés, cervezas de aperitivo y postre extra fue de 65€, una magnífica RCP en todos los aspectos.
En boxeo, cuando se comparan púgiles de distintas categorías se hace con la expresión “libra por libra” y podríamos utilizarla igualmente para comparar restaurantes de diferentes pretensiones y precios y basándonos en todos sus componentes, cocina, sala, bodega y servicio. Pues bien, ahora mismo “libra por libra” para nosotros Alabaster es quizá el mejor restaurante de Madrid. Así de claro. Cocina de primer nivel, sala extraordinaria, muy buena bodega y tratamiento del vino, servicio y trato exquisito y enormes facilidades para poder desarrollar catas como las nuestra hacen que sea visita segura cada cierto tiempo y un imprescindible. Lo de la estrella llegará, solo es cuestión de tiempo. Una gran casa.