Una sorpresa muy agradable si señor. Quizá la asignatura pendiente en Valencia sean los blancos. Este me ha parecido sobresaliente.

Amarillo pajizo. Muy brillante. En nariz predominan las flores blancas, fruta tropical, notas cítricas. Hasta aquí nada nuevo. Características de sus variedades.

En boca se muestra potente pero sedoso a la vez. Goloso, cremoso, largo y untuoso, glicérico, aromático conjugando una elegancia y frescura sobresaliente.

Un vino blanco todo-terreno para maridar

Un blanco con cuerpo y enjundia que pide platos igual. A 15 € en restaurante me ha parecido irrechazable. Un Senyoret meloso lo ha demandado.
Toda una moneda de oro por color.
De aroma cremoso, con abundantes notas de vainilla y caramelo tostado (crema catalana), fruta amarilla madura (ciruela), con las maravillosas notas soleadas del cereal en pleno campo.
Corpóreo, graso, cremoso... todo relativo a lo sabroso, con una gran acidez y un gran postgusto.
La esperanza valenciana en cuanto a blancos.

La anterior vez fué su color el que me hizo echarle más edad, lo encontré sorpresivo, pues esos tonos ocres no se dan tan pronto habitualmente. Pero ahora es el aroma lo que me hace pensar esto. El vino en sí puede llegar a confundir, ya que su graduación queda muy detrás. Suavidad, equilibrio, y elegancia, se encargan de ello. Sin embargo es un blanco de enjundia, que pide platos que le aguanten, y sobre todo, ser tomado sin prisa y con la suficiente aireación. La frescura y limpieza de la flor seca de campo está presente, al igual, que una fruta amarilla pasa, orejones, que ahora crece. Recuerda en cierto modo a su sinónima riojana cuando se le somete a crianza, porque incluso alguna nota de frutos secos tiene. Y es que la macabeo ejerce todo un manto sobre las compañeras foráneas, las cuales, son las que lo dotan de cuerpo. Graso en el trago, de toque avainillado, algo cremoso, tiene cuerpo y buena acidez, con un postgusto herbáceo refrescante.
Lo considero un blanco de nivel, hecho, y con futuro.
Maridado con un salmón a la naranja y unos pimientos del piquillo rellenos de bacalao y gambas.
10 €.

Dorado límpido. Y brillante.

Nariz fresca de buena intensidad a fruta de hueso, algunos citricos y herbaceas y sutiles anisados.

En boca presenta buen ataque, sabroso con cierto cuerpo y un punto amargoso y bien de acidez y persistencia. Mucho mejor en boca que en nariz.

El vino está tan cuidado que hasta su color es exacto al vidrio de la botella. Unos tonos ocres que sorprenden, brillante.
Aroma intenso, margaritas silvestres, fruta blanca (pera), y también amarilla (níspero), cítricos dulces (caramelos de manana y limón), con la elegancia que imprimen la chardonnay y la sauvignon blanc cuando pasan por barrica. Pero ¡amigo mío! ahí está la nuestra, una macabeo que se encarga de dotarlo de frescura con ese soplo final de hierba seca de campo, poleo entre otras.
En boca, también tiene ese parar elegante pese a que entra con cierta fuerza, cuenta con una buena acidez y el tiempo lo hará más graso y delicioso, ofrece ya algún rasgo avainillado que se tendrá que acentuar.
Me parece un blanco de altura y un referente en la D.O.