Chablis, la puerta de oro de la Atlántida, la isla blanca, tocada por el diluvio y la leyenda, sótano de la chardonnay, hija de la pinot noir y la gouais blanco, peligro de helada pálida, arquitectura natural; una religión en la región del Kimméridgien, Jurásico cáustico, bivalvos de pies desnudos petrificados y calcificados, cargados de yodo, los causantes de la tipicidad, pureza, finura... y tal vez de la controvertida mineralidad. La pequeña Chablis, significa un 19 por ciento de Chablis, 1257 hectáreas, en realidad Petit Chablis no es tan pequeña, en todo los sentidos, ni los números siempre son sólo números.

De la viña al vino, ésta es la filosofía del Domaine Billaud-Simon, más de doscientos años forjando un carácter marcado por la persistencia, la concentración, la pureza y la precisión. 1815, en el cristalino estampado hay grabada la siguiente misiva: Del Chablis de oro y de la luz, la dulce lengua dorada en forma de energía lunar, mimado cachete del resplandor de piedras preciosas, losa albina que te atrapa.

Color amarillo limón con el ribete de oro blanco, limpio y muy brillante.

En nariz es muy aromático y esboza frescura, predominan nítidas notas cítricas de piel de limón, pomelo y manzana golden acompañadas de recuerdos de flores blancas de azahar; trasfondo de talco y polvo de tocador.

En boca es armonioso, con una acidez crujiente y pegajosa, de textura granulosa y agradable, refrescante y algo grasiento, picante y juguetón, una lluvia persistente de luz autumnal.