Vallegarcía es el nombre del valle de una finca, ubicada en el parque nacional de Cabañeros, de la que ya Alfonso XI hablaba en El Libro de la Montería diciendo que esa finca era "buena para el puerco (el jabalí) en invierno y buena para el oso en verano". Es por tanto una zona en la que jamás hubo viñedo porque se dedicó siempre a la caza, ni la Corona primero ni la Iglesia después, dejaron que se asentara población en la zona, protegiéndola así para la caza, que era lo realmente rentable en ese momento. El medio no está transformado y por tanto ahora mismo es uno de los parques nacionales mejor preservados de la península.
Con este terreno virgen, la decisión de Adolfo de trabajar con variedades foráneas era clara, partía de cero y sabía el tipo de vino que quería elaborar, así que apostó por ellas desde el principio y plantó 31Ha de viñedo de las 1.500Ha que tiene la finca. Se encuentra a una altitud de entre 850-900 metros y posee los suelos más antiguos de la Península Ibérica, que datan del pleistoceno. Estos suelos son ácidos porque los carbonatos han sido lavados, lo que también constituye una carencia para el viñedo, pues el calcio es tan importante para la viña como el nitrógeno, el fósforo o el potasio, por lo que incluso se ha tenido que añadir calcio al suelo. En estos suelos tan pobres es donde crecen las viñas de Vallegarcía.
Hay una característica muy singular en este territorio que son las rañas, una formación geológica que se crea en las pendientes de las montañas, una especie de regueros desde lo alto de las cordilleras que bajan por la falda de las montañas y dejan una especie de montículos, que son lo que llamamos rañas. Y es en una de estas rañas donde se asienta Pago de Vallegarcía.
Se encuentra en un clima continental con inviernos fríos y veranos calurosos. La pluviometría es muy elevada, en torno a los 600mm anuales, lo que compensa el verano caluroso y seco. Al disponer de buena cantidad de agua en los acuíferos, el viñedo se riega por goteo, lo que equilibra el problema del estrés hídrico del verano.
La gran fama de la bodega viene de su vino blanco, su emblemático Viognier que cambió el panorama de los vinos blancos de calidad españoles. Frente a la crítica y la fama nacional de este blanco, a nivel internacional el Hipperia está mucho mejor considerado y es la gran apuesta de la bodega como vino de guarda. Esta es la principal razón por la que se escogió este vino para la cata, pero no es menos cierto que una vertical del Viognier no hubiera sido del todo adecuada por su menor capacidad de guarda. En opinión de Adolfo Hornos, los vinos de viognier hay que beberlos entre los cinco y seis años posteriores de su salida al mercado.
En Pago de Vallegarcía se ha apostado por una viticultura técnica, aplicando el conocimiento y no la experiencia, pues nadie había plantado antes viñedo en la zona. Así pues, Adolfo siempre se ha rodeado de asesores que le han aportado su sabiduría. El cabernet sauvignon y la merlot se plantaron desde el primer momento, en 1999, pero al cabernet franc y la petit verdot no se plantaron hasta 2005.
Hipperia el vino de guarda de Pago de Vallegarcía
Es el vino desconocido de la bodega en España pero el más reconocido a nivel internacional. Es un vino afrancesado, elegante y fino al que en España estamos menos acostumbrados. Con estos vinos se busca la finura y el equilibrio y así se inicia la búsqueda de este estilo de vino que es la evolución del antiguo Vallegarcía
Cabernet
- Merlot
. Cuando en 2005 se planta petit
verdot
y cabernet
franc
, se inicia un nuevo camino en la búsqueda de un gran vino que incorporará paulatinamente estas dos variedades. Además coincide con el año en que se empieza a elaborar en la propia bodega, pues hasta entonces se trabajaba en la vecina bodega de Dehesa del Carrizal.
Así pues, catamos desde la añada fundacional, la 2005, hasta la 2012, que es la añada que actualmente está en venta. Esta vez empezamos catando la añada más moderna, la 2012 y fuimos retrocediendo, dándole tiempo a los vinos más antiguos a abrirse y expresarse en copa.
2005 fue una añada muy cálida que hizo que el merlot se vendimiara sobre 20 de agosto y se optó por el siguiente coupage, 47% merlot, 46% cabernet sauvignon, 5% petit verdot y 2% cabernet franc. Una primera pregunta sería ¿cómo es posible que el Hipperia 2005 lleve cabernet franc y petit verdot si se plantaron en ese mismo año? La respuesta es evidente: llevan uva del 2006, cosa que permite la ley, pues se pueden hacer refrescos del vino con otras añadas siempre que no superen el 5% del total. La uva era muy joven, había poca producción, pero se añadió un poco de estas variedades para ver cómo funcionaban.
En este momento el asesor de Adolfo es Ignacio de Miguel que se mantiene hasta 2008, momento en el que entra el enólogo Eric Boissenot, según la revista Wine Business, el enólogo más influyente del mundo, aunque su discreción no le haga aparecer en las publicaciones.
El caso es que nos encontramos con dos escuelas, estando ahora mismo este vino bajo la influencia y la forma de trabajar de de Miguel, que podríamos decir que es la escuela de Michel Rolland. Las variedades se elaboran por separado y al final de la crianza se hace el coupage. La crianza de esta añada fue de 21 meses en barrica, lo que le confiere una potente estructura en boca pero que sin duda el tiempo ha domado. En nariz el vino tiene buenos mimbres, mantiene algo de fruta, notas tostadas y un fondo muy fino de monte bajo y hierbas aromáticas. El tanino es muy elegante y la acidez refresca el conjunto, con la fruta aún presente y una madera muy integrada. El único pero sería la calidez del vino, que queda algo subido de alcohol en boca.
Para una viña de tan sólo seis años y otra de un año, el vino está asombrosamente bueno. Según Adolfo, la vejez del viñedo no es tan importante en según qué variedades, como podría serlo en el caso de la tempranillo. Este vino pone de manifiesto que un viñedo joven puede dar buenas uvas desde su primer año.
Hipperia 2006
El merlot se vendimia el 11 de septiembre, lo que marca una añada más bien fresca. En nariz ya se percibe un vino más fino, más elegante y más atlántico, sensación que se confirma en boca, pues es menos goloso, además de acabar con el pequeño desajuste de alcohol del 2005. Se consigue por tanto ese vino equilibrado que se quiere. La acidez es muy rica, larga, con un cuerpo amplio y mucho más fresco que el anterior. En esta añada no hay petit verdot ni cabernet franc, optando por un 54% merlot y un 46% cabernet sauvignon. En este caso se opta por una crianza de 22 meses de barrica, muy similar a la anterior añada.
Hipperia 2007
Este vino permaneció 21 meses en barrica, al igual que el 2005. 2007 es la primera añada en la que se embotella en la propia bodega, de manera que esos meses de crianza son los que verdaderamente el equipo técnico le quería dar al vino. Y es que en las añadas anteriores trabajaban con la vecina bodega de Dehesa del Carrizal, lo que ocasionaba algunos pequeños inconvenientes, como era el momento del embotellado. Aunque se quisiera embotellar el vino con 18 meses, si había trabajo en la bodega embotelladora, no se podía llevar el vino de Vallegarcía, por lo que en 2005 y 2006, se trabajó con este parámetro más a tener en cuenta. El coupage es el mismo que en 2005: 47% merlot, 46% cabernet sauvignon, 5% petit verdot y 2% cabernet franc.
En boca tiene un punto cálido y un tanino más rústico, más compacto que en las añadas anteriores. El vino ha perdido en elegancia respecto a la añada anterior, es algo más concentrado y se percibe un cierto verdor varietal que, según nos comentó Adolfo, es de la cabernet franc, que no deberían haber metido en esta añada por no estar en su momento óptimo. No es un mal vino, pero en la comparativa con la añada anterior pierde un punto en equilibrio. No obstante, estoy seguro que dado su perfil más potente y concentrado, a más de uno este vino sería el que más les gustó de la cata.
Hipperia 2008
El año del cambio: el nuevo asesor enológico es a Eric Boissenot que empieza a cambiar la forma de elaborar de la bodega. Estamos ante un vino con 1% de cabernet franc y 1% de petit verdot. Adolfo nos comentaba que estaban haciendo pruebas para ver qué tal vino estaban dando las uvas de estas cepas tan jóvenes. Les faltaba equilibrio, las cepas tenían aún mucho vigor y, sobre todo la cabernet franc, tenía unas notas herbáceas muy potentes que se irían moderando con la edad de la cepa. Por primera vez se hace el ensamblaje final y se mete en las barricas desde el principio, en vez de hacer la mezcla al final de la crianza de cada variedad por separado.
2008 es uno de los años más fríos, con las vendimia más tardía, lo que se percibe ya desde el color, pues tiene un tono muy bien conservado, lo que nos informa de que la acidez debe ser muy buena para mantener dichos colores. Tiene la elegancia del 2006, con un tanino muy fino, una acidez excelente, un cuerpo carnoso pero no goloso, más atlántico y con esa finura que había perdido el 2007, o que tampoco se había logrado en la 2005. En nariz aparecen unas notas especiadas, tostados y fruta madura, alejada de aquellos verdores de la 2007. Un vino de corte muy francés, muy fino y elegante.
Hipperia 2009
Estamos ante una añada cálida, con un verano caluroso que hace muy complicado controlar el grado de maduración de la uva. Este vino ya tiene una nariz menos fina, más golosa, con unos tostados más potentes y unas notas especiadas. En boca es menos francés que el anterior, más goloso, con el tanino más marcado, menos integrado, con un punto astringente, lo que delata un tanino un poco verde. A veces se vendimia cuando se quiere y otra cuando se puede, como es el caso. Estamos ante un año cálido en el que se vendimió la merlot un 20 de agosto, una fecha extremadamente temprana. Las olas de calor estaban complicando la calidad de la uva.
Es por tanto una añada más complicada y se nota en el vino que, sin ser un mal vino, no encontramos la calidad y el equilibrio de los anteriores vinos. En esta añada se apuesta por un ensamblaje de 47% Merlot, 46% Cabernet Sauvignon, 5% Petit Verdot y 2% Cabernet Franc.
Hipperia 2010
En Pago de Vallegarcía se utilizan siempre barricas de roble francés de 225 litros, en contra de la moda actual de utilizar barricas más grandes o fudres para reducir el contacto con la madera. Pero con las variedades que se trabajan en Vallegarcía, es mucho más interesante trabajar con barricas de este tamaño.
Adolfo nos contó que a raíz de comprar unas barricas usadas de la bodega Sociando-Mallet (Haut-Médoc), se percató de que en Francia el 90% de las barricas que se venden tienen unas duelas de 22mm, en lugar de 27mm que son las habituales en España. Así pues, en 2010 compra ya barricas de 22mm y empieza a hacer pruebas con ellas. En principio, la duela más estrecha aporta mayor microoxigenación y, según Adolfo, cree que se usa mejor roble para hacer las de 22 que las de 27mm. En esta ocasión el vino se saca de barrica con tan sólo 12 meses de crianza en barricas nuevas. Y es que a partir de 2010 empiezan a utilizar 100% de barricas nuevas, dejando atrás la antigua forma de trabajar de: un tercio del vino en barricas nuevas, un tercio en barricas de un año y el resto en barricas de segundo año.
La añada 2010 fue fresca, las cepas de cabernet franc y petit verdot ya tienen cinco años, empiezan a equilibrarse, pero al final se opta por seguir con ese discreto 1% de ambas variedades. Lo que resta de esta uva va al Petit Hipperia, así que a la bodega no le interesaba arriesgar con estas dos variedades, pudiendo meterlas en su segundo vino.
En nariz aparecen por primera vez unas notas de pimiento verde, delatando por primera vez la presencia de cabernet sauvignon, presente en un 71% del coupage, dejando sólo un 27% de merlot. Aún así no es un pimiento verde marcado, es un punto de verdoso suave, con unas notas de fruta negra, unas especias ligeras y una barrica muy bien integrada. En boca es amplio, carnoso, el más corpulento de todos, pero con mucha elegancia, equilibrado y con una acidez que vertebra el conjunto.
Hipperia 2011
2011 fue un año tipo, ni cálido y fresco, sino lo que se espera en esta región y por tanto una vendimia sin sorpresas. Volvemos a tener 12 meses de crianza en barrica, rebajando aquellos 22 meses iniciales y de nuevo 100% barrica nueva, con duelas de 22mm. Este año tiene un 50% de cabernet sauvignon, 30% de merlot, 10% de cabernet franc y 10% de petit verdot, aumentando así el presencia de estas dos últimas que, año tras año, van dando mejores uvas.
En nariz se percibe ese equilibrio de la añada, siendo un vino de corte atlántico, con fruta fresca, el punto tostado perfecto, algo de sotobosque, nada de piracinas ni exceso de verdores, sí un punto herbáceo fresco y un fondo ligeramente balsámico. En boca no detectamos el ligero ardor de otras añadas más cálidas, el tanino está muy bien integrado, dando un tacto cremoso y una acidez fantástica. Desde luego, para mi gusto, esta añada, junto a la 2008, fueron las mejores que catamos, no en vano este vino obtuve 93 puntos Decanter.
Hipperia 2012
En esa añada se opta por un 52% cabernet sauvignon, 37% cabernet franc, 10% merlot y 1% de petit verdot. No es un error, 37% de cabernet franc que, en tan sólo 7 años, ya está dando un vino excelente, tanto que se sitúa por encima del merlot. Sin embargo, la petit verdot sigue sin dar un año realmente bueno. Adolfo nos contó que a partir de esta añada, el cabernet franc va a entrar con fuerza en esa mezcla final que conformará los nuevos vinos.
De nuevo un vino equilibrado, similar en estilo al 2011, tal vez porque ya está muy afianzado el proyecto y se ha conseguido el perfil de vino que se trataba de conseguir. Volvemos a ver encontrarnos en la copa con un vino marcado por el equilibrio y la elegancia, pese a que ahora mismo está en pleno crecimiento, con una fruta muy presente, la elegancia a la que nos tiene acostumbrados la cabernet franc, una acidez algo punzante que sin duda se irá domando al resto de elementos y será la que nos asegurará una larga crianza, con un tanino algo astringente pero ya muy integrado, ligeramente picante. Un vino que está en pañales pero que ya apunta muy buenas maneras.
Adolfo nos confesó que, bajo su punto de vista, este 2012 es mejor que el 2011 que tanto me gustó, así que habrá que probarlo con algo más de tiempo, porque sin duda su intuición hay que tenerla en cuenta.
Una cata muy interesante y radicalmente diferente a las catas verticales a las que estoy acostumbrado a asistir (y ya van unas cuantas). En esta ocasión pudimos asisitir al nacimiento de un vino, la gestación del sueño de un enólogo. Lejos de las catas de los vinos de las grandes casas con décadas de historia, asistimos a una cata en la que acompañamos a Adolfo Hornos desde los inicios de la bodega, plantando las variedades, esperando pacientemente a que crecieran las cepas, cambios de asesores, de barricas, de estilos, luchas contra los elementos, afinando los años cálidos o los muy fríos para conseguir al fin una meta: un vino equilibrado de carácter afrancesado que cuenta con el apoyo de la crítica internacional y el aval del mercado que, año tras año, vacía las botellas de la bodega.