Lugar privilegiado rodeado de las salinas del mar menor, el mar Mediterráneo , que las rodea y la zona científica dominada por los molinos Quintín y Calcetera, sus charcas sirven de hábitat de los flamencos rosados (logotipo del restaurante). Restaurante con parking, zona infantil de juegos, varias zonas de terraza. En su interior tienen varios salones distribuidos en dos plantas. A nosotros (dos personas) nos acomodaron en la planta baja/terraza cubierta. Mesa amplia de madera sin mantel, servilletas de tela, sillas de terraza, vajilla, copas, cubiertos de buena calidad. Tienen dos menús principales y uno infantil, aparte la carta. Optamos por el menú con mayor número de platos (39€)
En resumen un sitio Increíble de esos sitios que enamoran y a los que siempre querrás volver... comida excelente, atención única, entorno privilegiado y precioso, una maravilla.
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