Abierto media hora antes, no presagiaba nada bueno, con unos olores un poco ajerezados. Lo dejamos respirando un rato y luego 45 minutos abierto en la nevera para bajarle un poco la temperatura.
Capa media-alta con un ribete un poco ocre. Una lágrima bestial.
La primera media hora se mostró un poco salvaje. Un tanino un poco áspero que nos invitó a la calma. Mucha ebanistería, cuero viejo, sotobosque… paciencia.
A las dos horas largas el tanino se integró de una manera brutal y empezó a aparecer la fruta, moras, grosellas, arándanos con toques de compota.
Y se nos quedó corta. Sigo pensando que los buenos vinos deberían ser de botella de litro.
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